lunes, 3 de octubre de 2011

Un día

Apenas quedaba rastro de la ondas en el agua; cuanto más grandes se hacían, menos visibles eran. Federico recogió el resto de las piedras de un solo puñado y las tiró todas al río a la vez. Se dió la vuelta y miró a quien le miraba a él. María, 21 años de edad, expresión interrogante y sonrisa irresistible. <<Joder>>, se dijo. Estaba in love.

El resto de la tarde lo pasaron en casa de ella. No hacían mucho, no hablaban demasiado (excepto en raros brotes donde no hacían más que interrumpirse, reírse y mirarse con ternura), pero se encontraban bien. Felices. Juntos.

Intentaron hacer tortitas para merendar, pero al final solo hicieron tortita y media. El resto de los ingredientes los gastaron en:
-comérselos crudos.
-hacer el imbécil.
-pintarse la cara el uno al otro, con enfados de mentira y carcajadas de verdad.

A diferencia del Sol, ellos no decaían. Y cuando por fin llegó la noche, se pusieron a ver una película, acurrucados, con el volumen muy bajito. No se enteraban de mucho, y tampoco pensaban en nada en especial. Pero se encontraban felices. Juntos. En paz.

sábado, 1 de octubre de 2011

Círculos III

-¿Y qué pasa cuando se cierra un círculo? ...¿muere?

-No. Siguen vivos. Flotan en el aire; en el sueño y el recuerdo. Se te aparecen por la noche, en el cielo, en el suelo, en tu propia mente. Sobrevuelan tus acciones como espectros. Les quitamos el aguijón, el dolor de lo perdido confinándolos al mundo de la memoria, de lo pasado. De la tierra de los círculos cerrados es la nostalgia, la soledad. De ahí vienen los llantos silenciosos al caer la noche, las lágrimas solitarias del "¿Qué habría pasado si...?. De la tierra de los círculos cerrados viene la muerte, pero también la esperanza.

-¿La esperanza?

-Sí, la de saber que se pueden abrir otros círculos más. Aventuras nuevas, ilusiones puestas en clave vital. De los círculos cerrados nacen los círculos por abrir; del humo de un cigarro viene el rocío del amanecer. Igual que de los seres muertes nace vida nueva del suelo, así pasa con los círculos. Dejarse llevar; comprender el momento vital, la magnífica ola de la incertidumbre...es lo que muchos llaman vivir de verdad.

Círculos II

-Sí, las cosas son así. Siguen ciclos. Círculos. Como el sol; como la luna. Se abren y se cierran sin pausa, sin reflexión, sin piedad siquiera. Hay muy pocos círculos que no deban cerrarse nunca.

-No estoy de acuerdo. No entiendo por qué iban a ser todas las cosas del mundo así, cuando son tan diferentes. Puedes poner ejemplos y ejemplos, pero siempre habrá algo que se escape a tu comparación.

-Es que hay muchos tipos de círculos. Los hay en los que siempre sabes donde estás; sabes donde se abrieron y sabes donde van a acabar. Un campamento, un año escolar...hasta una montaña rusa. También los hay que no. Que son opacos, donde sólo puedes vislumbrar que estás en ellos. En ésos, sólo puedes intuir cuándo se van a cerrar; te sometes a la incertidumbre constante de saber que pueden finalizar en cualquier momento.

-¡Pero eso es terrible! Eso significa vivir con miedo.

-Precisamente significa aceptarlo. Y aceptar el miedo, casi siempre, es superarlo también. Las amistades, los amores...hasta la propia vida son círculos de este tipo. Círculos en cuerda floja. Sólo sabes que han acabado cuando los dejas de sentir.