sábado, 1 de octubre de 2011

Círculos II

-Sí, las cosas son así. Siguen ciclos. Círculos. Como el sol; como la luna. Se abren y se cierran sin pausa, sin reflexión, sin piedad siquiera. Hay muy pocos círculos que no deban cerrarse nunca.

-No estoy de acuerdo. No entiendo por qué iban a ser todas las cosas del mundo así, cuando son tan diferentes. Puedes poner ejemplos y ejemplos, pero siempre habrá algo que se escape a tu comparación.

-Es que hay muchos tipos de círculos. Los hay en los que siempre sabes donde estás; sabes donde se abrieron y sabes donde van a acabar. Un campamento, un año escolar...hasta una montaña rusa. También los hay que no. Que son opacos, donde sólo puedes vislumbrar que estás en ellos. En ésos, sólo puedes intuir cuándo se van a cerrar; te sometes a la incertidumbre constante de saber que pueden finalizar en cualquier momento.

-¡Pero eso es terrible! Eso significa vivir con miedo.

-Precisamente significa aceptarlo. Y aceptar el miedo, casi siempre, es superarlo también. Las amistades, los amores...hasta la propia vida son círculos de este tipo. Círculos en cuerda floja. Sólo sabes que han acabado cuando los dejas de sentir.

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